domingo, 31 de julio de 2016

Peracense 1216. (III) La Mision

Seis semanas llevo con sus cuarenta días y noches cabalgando por diferentes lugares de la corona de Aragón y por otros destinos hasta hoy secretos mas allá de las diferentes fronteras. Sancho de Antillon estará contento, he corrido la voz de su invitación y he entregado esas misivas personalizadas en los destinos acordados. Que gusto da volver a casa con la satisfacción del trabajo bien hecho.
La invitación
Mi periplo empezó con las pedanías cercanas al castillo rojo, el primer destino de importancia fue Albarracín donde además de entregar una misiva a nombre de Pedro Fernandez de Azagra fui convidado al ágape de su desposorio. Fue una noche inolvidable o al menos eso dicen las damas con las que me desperté pese a que los efluvios del vino aun nublaban mi mente.

Tras Albarracin, Tirwal y Qutanda. Bajo la mirada de la fortificación de Qutanda y con el veterano capitán de la guardia y sus compañeros aprendí los secretos del alquerque de nueve y de doce y las posibilidades de hacer dinero apostando.

Tras Qutanda y camino hacia la frontera con Castilla, pasé por Daroca y Calatayud, donde puse en practica las lecciones aprendidas con el alquerque y acabé ganando una fortuna (digna de un rey), donde conocí a unos mercenarios castellanos quienes quedaron en deuda moral y económica.
Los mercenarios castellanos


Dirección a Tarazona aproveché a visitar a padre, quien ya casi no me reconocía, solo la presencia de su amado escudo hizo que se le alegraran los ojos y finalmente reconocer mi presencia y no uno de los fantasmas que le atosigan de sus antiguas batallas.

Después de eso me acerqué a Oria, villa de donde los mercenarios castellanos procedían y en pago por sus deudas les pedí que me escoltaran y guiaran por tierras castellanas hasta Fontibre y Argueso donde tenia que entregar un par de misivas (las mas difíciles). En Argueso me encontré con otra boda (que suerte la mía), además de unas pieles de cabra a muy buen precio. Posteriormente al pasar por Fontibre, dos de los hijos del señor de Fontibre decidieron acompañarme para visitar a su hermana quien estaba casada con el señor de Alfajarín. Así que viendo que iba a tener compañía liberé a los mercenarios castellanos de su deuda, dándola como cobrada.
Una de las pieles


De vuelta en la Corona de Aragón y tras atravesar las peligrosas tierras Navarras, visitamos Jaca y aproveché a visitar la tumba de mi abuelo y pusimos rumbo a Loarre donde pusimos fin a nuestro viaje conjunto no sin vaciar las reservas de la taberna conocida como Bastimento. Del castillo de Loarre al de Montearagon y de ahí rumbo a los condados catalanes donde tenia un par de misivas mas que entregar.

El primer destino importante en los territorios catalanes fue Balaguer donde los señores de Mir de Tost me hicieron una recepción digna de un rey y me regalaron una planta exótica conocida como cactus, cuya flor es muy rara de ver. Desgraciadamente declinaron la invitación de mi señor Don Sancho, excusando su ausencia en la fecha debida.

De Balaguer a Bagá, donde mi misión era encontrar a un afamado almocaden o caudillo almogávar conocido por el nombre de Huevos de Dragón. No me costó mucho dar con él, solo tuve que recorrerme un par de taberna hasta encontrarlo. Después de haberlo encontrado solo recuerdo vagamente haberme bañado desnudo en el rió y disfrutar del concierto de unos afamados trovadores de la zona de Ripollet.


Juglares del Ripollet
De vuelta hacía Aragon me desvié a Urrea para entregar quizás el mensaje mas difícil de entregar, no por los peligros del camino, si no por el peligro del destinatario. Logicamente el señor de Urrea declino recepcionar el mensaje, además de que me pidió le transmitiera lo siguiente a mi señor Don Sancho. La próxima vez que me acerque a Peracense será para expulsar al usurpador o morir en el intento.

Tras la mala experiencia en Urrea  y ya en territorios mas conocidos me quedaban pocas misivas que entregar, entre ellas la del señor Blasco de Alagon donde fui premiado con grandes comidas y mejores reposterias. En Alagón saben como tratar a un invitado.

Esto es el resumen de la ejecución de mi misión. Estoy escribiendo estas lineas desde una taberna extremadamente limpia en la ciudad blanca. Tres jornadas me quedan para volver donde empezó este viaje, solo tres jornadas.


Viva Peracense
Viva Antillon.
Viva el rey de Aragon.
Viva San Jorge.